Uno de mis ejercicios favoritos como fotógrafo es tomar fotos antes de que empiece una obra y volver meses después a completar el reportaje. Estos “antes/después” son difíciles de hacer bien pero, cuando se consigue, impresiona ver de un vistazo cómo cambia una vivienda en unos meses.
El primer reportaje de este tipo que realicé fue casi por casualidad. Era mi segundo trabajo para Grupo MI, una empresa de reformas integrales centrada en el Barrio del Pilar de Madrid. Pese a ser la herramienta que usaban para mostrar sus trabajos sus imágenes no estaban a la altura de sus trabajos. Querían fotos para enseñar a sus posibles clientes, un ejemplo real de su buen hacer a la vez que un muestrario de cómo quedaban ciertos materiales una vez puestos.
En este caso, me habían contratado para fotografiar una vivienda unifamiliar. Ignacio, el director de la empresa, me envió varias fotos que tenía el propietario de antes de comenzar la obra. Me preguntó si podía intentar hacer alguna similar para mostrar el cambio. Aunque el material de base era malo, muy oscuro y con la cámara siempre torcida, me pareció una idea interesante.
En vez de pensar en qué encuadre escoger, tenía que reajustar mi cabeza, estudiar las imágenes del propietario para tratar de averiguar desde dónde estaba hecha esa foto. ¡En una casa que era diferente! Porque ahora no solo había otros muebles también habían tirado algún tabique y cambiado las puertas de sitio. Fue un reto muy interesante.
A Ignacio le encantó el resultado, así que la siguiente vez que me llamó fue para hacer un “antes”, o sea, el estado de la casa previo al comienzo de las obras. Enseñar imágenes del cambio le explicaba a sus clientes la calidad de las reforman que ellos hacían. Además, al ser trabrajos reales, aportaban una sensación de credibilidad y realismo del que renders no podían imitar.
Si imitar un encuadre obliga al pensamiento inverso, hacer una foto antes y una después es pura imaginación espacial. Tienes que colocar la cámara para sacar la casa en el estado actual, pero ese ángulo, altura y focal deben servir también dentro de unas semanas, incluso meses, cuando la obra esté finalizada. Si paredes, puertas o ventanas cambiaban de sitio, tu encuadre tenía que funcionar igualmente. Y también debía tener en cuenta que igual el sitio desde el que hacía la foto ahora iba a pasar a ser una pared.
Tener en cuenta todos estos factores implica varias cosas. Ver los planos del arquitecto para saber qué cambios se llevarán a cabo, hacer más fotos de las necesarias para asegurarme de que mis fotos encajan en el futuro, revisar cuidadosamente las fotos para “imitarlas” lo mejor posible. Todo esto aumenta el tiempo necesario para el reportaje, es un trabajo fino, de detalles.
Personalmente, disfruto mucho estos encargos. Después de los primeros noté cómo entendía mejor los espacios, empezaba a imaginar cómo se iban a producir los cambios. Como si fueran efectos especiales de película y añadiera elementos o tirará paredes. Un entrenamiento visual para mejorar mi capacidad de fotografiar espacios.
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